sábado, 7 de junio de 2014

Una buena dosis de sonrisa marina

Ángela García, de 3 años, se queda anonada al ver como los flamencos, erguidos, mueven los dos palos que tienen de patas. «Es como mi peluche mamá», le grita a Amanda Brunetti, su madre. Brunetti indica que su hija, por suerte, ya está mucho mejor, pero que actividades como la que vivieron ayer en el parque Mundomar de Benidorm son ideales para divertirse y olvidar todo lo que han pasado.
Ángela, junto a su madre, su padre y su hermano, fueron una de las más de cuarenta familias con niños enfermos de cáncer que el parque de ocio invitó ayer a pasar la tarde. De hecho, se cerró Mundomar de 18 a 20 horas para todos estos visitantes pertenecientes a la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de la Comunidad Valenciana (Aspanion), que venían de Alicante y Valencia.
Camino Herrero, representante de la Fundación Mundomar, encargada de organizar esta actividad, explicó que hace ya algunos años llevaron a cabo una propuesta parecida con pequeños que padecen esta enfermedad. «Nuestra intención, básicamente, es darles una buena dosis de felicidad, que es lo que necesitan tanto estos niños como sus familias. Además, se quedan embelesados con los animales, sobre todo con los delfines, que son mágicos para ellos», afirma, a la vez que describe que les habían preparado una jornada de actividades a todos estos pequeños: un paseo por el parque, tres espectáculos y una merienda para culminar.
A Valentina Ávila ya se le ha olvidado la sesión de quimio que le han aplicado esta mañana. Aunque está cansada, no deja de regalar esa sonrisa preciosa que tiene a los lemures, a los coatíes y a la mascota de Mundomar, que no para de hacerle gracietas que ella le devuelve con guiños de pilla. Joan Ávila, su padre, asegura que es la primera actividad a la que asisten, porque Valentina «aún es pequeñita», pero esperan repetir.
Una pandilla de niños pegan sus dedos a una de las vitrinas, desde donde ven a los enormes leones marinos lucirse ante sus ojos. Se acercan tanto al cristal, que parece que quieren acariciar al animal. «Estas actividades también están muy bien para que muchos de ellos, que se conocen del hospital, se recuerden por otros ambientes diferentes», argumenta Noelia Viruela, la madre del pequeño Eric, que hace años que venció la enfermedad, pero siguen ligados a la asociación.
José Bernando García, vicepresidente segundo de Aspanion y delegado en Alicante, resalta que los niños llevan mejor que muchos adultos esta afección. «Quizá por su inocencia, pero ellos cuando se notan malitos están más pochos, y cuando se ven bien, como cualquier niño, a disfrutar y a reír». Ayer lo hicieron, sin duda, y a lo «animal».

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