lunes, 19 de enero de 2015

Álvaro Lario: "Un voto vale lo mismo que diez mil tweets"

Rodrigo: Haz una pequeña biografía para nuestros queridos lectores
Álvaro: Nací en los años noventa, soy estudiante universitario de Administración y Dirección de Empresas y como muchos jóvenes de mi generación, al mismo tiempo trato de meter la cabeza en el mundo laboral. En los últimos meses he trabajado en una empresa del sector turístico en Francia.
R: ¿Crees que España debería de seguir apostando por el turismo? ¿Qué podríamos mejorar en este aspecto?
Á: Sí, creo firmemente que debemos seguir apostando por el turismo y hacerlo con un convencimiento aún mayor. La actividad turística es un fuerte motor económico para nosotros y por ello es vital invertir en su promoción y buena gestión. Es un sector que crea mucho empleo, si bien la contrapartida de dicha creación es que en ocasiones recae sobre el empleo precario y temporal. Por otra parte, España es un país que merece ser visitado. Y cuando hablas con jóvenes de otros países te das cuenta de que esa fama ya la hemos conseguido: no nos perciben como un lugar con grandes oportunidades laborales, lo cual es una pena, pero sí nos reconocen como un estupendo destino de ocio y de descanso.
R: ¿Qué ciudades o lugares consideras más carismáticos turísticamente hablando en España?
Á: España me gusta porque cuenta con una amplísima pluralidad paisajística y cultural. Sin duda esto representa una fortaleza para nuestra oferta turística, pues el visitante sabe que dentro de nuestras fronteras puede elegir entre opciones de playa, de montaña, de patrimonio cultural… e incluso en ocasiones combinar varias sin demasiada dificultad. Como granadino me quedo con mi ciudad, que además es un excelente ejemplo de lo que explico al fusionar en escasos kilómetros lo mejor de cada modalidad turística, aunque tengo también raíces en la zona de levante, con playas muy demandadas y una calidad de vida envidiable. Y adoro nuestra capital, Madrid.
R: ¿Qué tres palabras definen mejor la situación social actual en España?
Á: Desigualdad, desconfianza y a menudo, pesimismo.
 Nos hemos enfrentado a una de las crisis más duras de la zona euro, que es económica pero que es también política y social. De la crisis económica deriva la desigualdad, porque se han acentuado las diferencias entre personas inmigrantes y autóctonas, entre mujeres y hombres, entre parados y trabajadores, entre generaciones; de la crisis política deriva la desconfianza en nuestras instituciones, a las que permitimos funcionar de manera más despilfarradora y
opaca cuando la situación económica era buena y ahora debemos someter a una profunda reforma. Como consecuencia, triunfa el convencimiento pesimista de que no lograremos salir adelante.
R: ¿Crees que dicha situación es irreversible?
Á: Claro que no es irreversible. Existen motivos para el optimismo y titulares reconfortantes, si se buscan: hace unos días leí que en 2014 mantuvimos el liderazgo mundial en donación y trasplante de órganos. Hay que luchar para que no se pierda lo que ya estamos haciendo bien. Cualquier crisis es una amenaza pero al mismo tiempo es una oportunidad. Lo importante es que los ciudadanos recordemos que no debemos desentendernos de la política, entendiendo como política no sólo la institucional, sino el mero hecho de implicarnos en la toma de decisiones y la elaboración de propuestas desde plataformas, asociaciones, partidos, etc. La España de hoy requiere de ideas nuevas y de soluciones valientes que se pueden aportar desde la política.
R: A tu juicio ¿A quien consideras como un cambio real?
Á: Al margen de siglas, considero que el cambio real es esta incorporación progresiva de los ciudadanos con diferentes ideologías, edades y ocupaciones a la vida política. Frente al mensaje generalizado de que la gente está hastiada de la política, lo que percibo es que estamos cansados de un modo muy concreto de hacer dicha política y que el debate político sí ha aumentado en los últimos años y donde antes había un programa del corazón, ahora hay un dirigente político respondiendo a cuestiones que nos afectan a todos. A nivel de formaciones políticas, a comienzos de 2012 yo decidí abordar mi tarea involucrándome en UPyD, porque me parece el proyecto más sólido que actualmente existe en España y desarrolla su programa en torno a tres ejes fundamentales: las medidas para regenerar la democracia y combatir la corrupción desde las propias instituciones, la defensa de una Europa unida y plural que anteponga los derechos de todos sus ciudadanos frente a cualquier clase de nacionalismo excluyente y la promoción de políticas sociales para garantizar el acceso a servicios tan básicos como la sanidad, la justicia o la educación.
R: ¿Cuál es tu opinión respecto al tema “Podemos”?
Á: Sería absurdo no reconocer mi coincidencia en algunos asuntos relacionados con la regeneración democrática que precisamente UPyD sumó a la agenda política hace años. De Podemos se habla mucho y se escribe mucho, y se habla y se escribe más de lo que realmente se sabe, puesto que respecto al programa con el que concurrieron a las elecciones europeas han hecho bastantes cambios y aún no han presentado una propuesta política sólida que podamos criticar y rebatir. Celebro que en las próximas elecciones vaya a tener un espacio, pequeño o grande, en el Parlamento, porque frente a quienes alertan de la hipotética falta de estabilidad, yo pienso que la pluralidad política es muy sana para una democracia en la medida en que alcanza a representar mejor las distintas sensibilidades que coexisten en la sociedad y obliga al debate y a la búsqueda de consenso entre los grupos.
R: Personalmente ¿Qué te inspira Pablo Iglesias?
Á: Es uno de los líderes más carismáticos e inteligentes del panorama político actual. Evidentemente se encuentra lejos de ser un referente ideológico para mí, porque al margen del enfoque y de las etiquetas que finalmente adopte su nuevo proyecto, él sí tiene un pasado político fuera de las instituciones y sabemos cómo se ha posicionado respecto a muchos asuntos. Queda desear que su probable presencia en el Congreso a partir de finales de este año traiga consigo el fomento de la pluralidad a la que he hecho referencia antes y no se traduzca en la implantación de un nuevo bipartidismo PP-Podemos que invisibilice al resto de opciones políticas y mantenga leyes, como la electoral, que son injustas y favorecen su propio blindaje.
R: ¿A que se debe el desconocimiento del resto de partidos que no pertenecen al PP, PSOE o Podemos?
Á: No creo que podamos achacar este desconocimiento a un solo factor. En una democracia es normal que las fuerzas con mayor representación parlamentaria tengan mayor presencia en los medios. Es cierto que la información política que ofrecen los medios no es neutral y a menudo existen sesgos para dar más cobertura a unas opciones que a otras, e incluso encontramos ciertas televisiones excesivamente politizadas donde se dan órdenes desde sus cúpulas para favorecer a una formación política concreta. No obstante, no soy defensor de un discurso contra los medios que permita a los partidos eludir su responsabilidad de mejorar en comunicación. Sin duda Podemos es una novedad que acapara la atención y además se ha movido bien en ese ámbito, así que hay medios que ahora informan casi en exclusiva de lo que ellos hacen y al mismo tiempo contribuyen a alimentar esa burbuja. Sobre esto hay preguntas interesantes que seguramente sabrán responder mejor los sociólogos: ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿Podemos o La Sexta?
R: ¿Consideras que la lacra de la corrupción ha sido un punto de inflexión para que el ciudadano reconsidere su voto?
Á: Sí, la corrupción es una de las razones que explica esa paulatina implicación de la ciudadanía que comentaba antes. PP y PSOE saben que ahora nos preocupa la corrupción, pero corremos el riesgo de que en vez de mostrar una verdadera voluntad de prevenirla y castigarla, se limiten a lanzar su maquinaria mediática para un lavado de cara que transmita la sensación de que esa voluntad existe. Un ejemplo de esto es la deficiente ley de transparencia que ha aprobado el PP en esta legislatura. La gente es cada vez más exigente, pero aún queda muchísimo por hacer. No hace tanto que el PSOE formó gobierno en Andalucía en plena erupción de una de las tramas más graves de corrupción que ha conocido mi comunidad y el PP hacía lo mismo en la Comunidad Valenciana. En el municipio natal de mi madre, en Orihuela, siete de los doce concejales populares están imputados en diferentes delitos. En Alicante, un señor lanza pétalos a la entrada de los juzgados cuando su ex alcaldesa acude a declarar como imputada. En fin.
R: Respecto a los desahucios ¿Cuál es tu posición?
Á: Los desahucios son un grave problema que se encuentra ya en la agenda política de España pero al que, bajo mi punto de vista, no se han dado soluciones lo suficientemente satisfactorias hasta el momento. La Unión Europea ya consideró abusiva la legislación hipotecaria en España, y ahora se trata de adaptarla y de facilitar medidas como dación en pago o segunda oportunidad que permitan a las personas afectadas saciar su deuda al entregar la vivienda. En estos acuerdos deben trabajar todos los grupos, y también aquí es llamativo cómo quienes salen más en la foto no son siempre quienes más iniciativas han presentado para poner fin a este drama.
R: ¿Monarquía o República?
Á: Soy republicano porque creo en la igualdad y tengo la firme convicción de que nadie merece un cargo, ni aunque sea meramente representativo, por razón de sangre. No obstante, como republicano observo que el modelo de estado republicano está bastante mitificado, en el sentido de que se extiende la idea de que cortando la cabeza al rey se solucionarían todos los males de España. La monarquía parlamentaria es un modelo completamente compatible con la democracia, y encontramos ejemplos de sistemas transparentes que son monarquías y otros que son repúblicas. En un futuro proceso constituyente me gustaría ser preguntado por esta cuestión.
R: Como bien sabrás, los ciudadanos españoles dan la espalda a los políticos debido a que han perdido toda la confianza en la política ¿Qué mensaje mandarías a nuestros conciudadanos para hacerles cambiar de idea?
Á: Cuando hago política en la calle, la principal queja que repite la gente es que se siente engañada por sus políticos. Las personas honradas que participamos en diversas asociaciones o partidos hemos de esforzarnos mucho por hacer valer nuestra palabra y no defraudar a aquellos por los que decimos trabajar. También considero importante reivindicar el valor del voto, que es el instrumento más directo del que disponemos para desalojar de las instituciones a quienes nos han defraudado. Reivindicar el valor del voto suena hoy conformista, moderado, pero lo cierto es que hace no tantas décadas hubo gente que peleó para que pudiésemos ejercer nuestro derecho. Suelo plantear de broma esta equivalencia: un voto vale lo mismo que diez mil tweets. Debemos contagiar un mensaje de optimismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario