Nos gusta el cambio. A veces porque estamos insatisfechos, otras veces porque estamos aburridos. La estrategia comercial más antigua del mundo es hacer pasar por nuevo lo que no lo es. Se diseña un nuevo logotipo, se introducen nuevos detalles, se elabora un eslogan y se entrega el mismo producto empaquetado de otra manera. Con esto, muchas veces nos basta. ¿También en política?
Casi todas las campañas electorales de los partidos aspirantes se basan en el anhelo de cambio. Frente a ellos, los partidos en el poder suelen disfrazar la situación para que parezca mejor de lo que es y, en última instancia, apelan al refrán "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer". No lo dicen así pero todo el mundo lo entiende. Esto ocurre en todos los países, y por supuesto también en España.Por entonces apenas se usaba la palabra bipartidismo. Hoy, ocupa titulares de periódicos y surge en conversaciones de café
PP y PSOE han jugado a este juego durante décadas. Aznar se pudo presentar como el cambio frente a González. Zapatero lo hizo frente a unRajoy que se presentaba como Aznar II. Y Rajoy convenció a muchos de que representaba lo nuevo tras ocho años de zapaterismo. Por entonces apenas se usaba la palabra bipartidismo. Hoy, ocupa titulares de periódicos y surge en conversaciones de café.
Ya no hay oferta de cambio ni en el PP ni en el PSOE. Sólo hay la antigua apelación, cada vez menos disimulada, a lo malo conocido. Prácticamente sólo les falta presentarse en coalición. No hay en ellos ninguna pretensión de traer lo nuevo. Precisamente lo que hacen es advertir contra el cambio, contra lo bueno por conocer. Y para ello tienen una gran maquinaria a su servicio: diarios, televisiones, empresas de demoscopia.Nunca han necesitado más los españoles un cambio de verdad
Y sin embargo nunca han estado más insatisfechos los españoles con la política. Nunca han necesitado más el cambio. Uno de verdad. No un cambio de envoltorio ni un nuevo eslogan. Una nueva forma de hacer política traída por gente que no les haya fallado antes. Y a ser posible que no se trate de lo nuevo por conocer, sino que ya sepan algo, que ya puedan juzgar, que ya lo hayan visto.
UPyD tiene seis años y medio de vida, y prácticamente desde su origen está presente en las instituciones. Ha demostrado que hace lo que dice y que dice lo que piensa. Ha planteado reformas, ha sacado adelante iniciativas, ha dicho lo que nadie decía y no ha dado una batalla por perdida. La mejor prueba de la seriedad de su trabajo es que no ha hecho amigos entre los viejos partidos, que atacan ahora al partido magenta como antes se atacaban entre ellos.
Pero el cambio no lo traerá UPyD, sino los ciudadanos. Serán ellos los que cambien primero, desprendiéndose de prejuicios y temores, convirtiendo su hartazgo en energía renovadora y demostrando que ya no les vale con lo malo conocido. Que merecen algo mucho mejor y que son capaces de contruirlo.
Fuente: upyd.es
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