Cuando el Coro Popular de Benidorm se encontraba ayer entonando, en su punto más álgido, el «Canto a mi tierruca», llegaron dos policías locales y como dijo un joven que fue testigo de los hechos: «Les cortaron el rollo».
Las decenas de personas que componen este coro improvisado se suelen reunir a diario en la playa de Levante, frente a los pubs Heartbreack y Ku. Exactamente, de 11.30 horas a 12.30. Esta iniciativa musical, a la que se suma de manera voluntaria todo turista o vecino al que le apetezca demostrar sus dotes con las cuerdas vocales y su amor por el cancionero tradicional, se lleva haciendo en Benidorm desde hace décadas. Y no sólo hay un coro. En la playa de Poniente también se puede ver, cada día, a varias personas cantando al unísono, la mayoría de avanzada edad y en bañador, como rasgos definitorios.
El coro al que nos referimos recibió ayer un toque de atención por parte de la Policía. Según el departamento de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento se le envío un «recadito» para que trate de ir cambiando de ubicación para sus recitales urbanos, debido a que, según esta área municipal, se han recibido muchas quejas de los vecinos y de los negocios de alrededor que, al parecer, están hasta el gorro de escuchar «Clavelitos» día sí y día también. «Hay más de dos kilómetros de playa. Creo que es una fórmula intermedia para tener a todo el mundo contento», explicaron.
No obstante, la interrupción policial del concierto no sentó nada bien a este nutrido grupo de aficionados al cante. «Nos han tratado como delincuentes y nosotros no molestamos a nadie. Simplemente venimos una hora al día a hacer lo que nos gusta, cantar. Deberían dedicarse más a combatir otros problemas como el trile», señaló indignado uno de estos cantantes.
José Luis Puras es uno de los coordinadores del Coro Popular. Ayer, tras el incidente, mostraba su enfado y su incomprensión. «La mayoría de establecimientos que están en esta zona tienen durante en muchos momentos del día música en directo. No creo que hayan sido ellos los que se quejen, porque si no sería una contradicción», argumentaba Puras, además de explicar que ellos, con su repertorio, no molestan a nadie. Es más, en su opinión y en la de varios de sus compañeros, se convierten en un atractivo turístico más cuando deleitan al respetable con «Bésame mucho», «La Paloma», «Si vas a Calatayud» o «Cuando calienta el sol».
Pero ayer lo que realmente se calentaron fueron los ánimos entre sus participantes. «Yo vengo todos los años de Valladolid sólo para esto, para cantar», decía uno de ellos. «Mi marido ha estado muy grave y es venir aquí, cantarse dos temas, y le da la vida», apuntaba otra de sus compañeras.
Y cómo no, el debate también se trasladó a toda la parte de la playa que se encontraba cercana a este coro. David, Antonio y Teresa, una familia que pasa unos días en Benidorm y que se encontraba a escasos metros de la actuación, consideraban que el hecho de enviar a la Policía para mediar con este grupo de personas, «nos parece bastante desproporcionado aunque también debemos decir que escuchar todos los días las mismas canciones, a la misma hora y en el mismo sitio, se nos hace un poco pesado».
Una miembro del coro, que escuchó estas declaraciones, les cortó rápidamente y les respondió diciendo: «Pues les debería molestar más la gente que se mea en la playa o los extranjeros que se emborrachan a las cinco de la tarde y montan follón en el paseo».
María, Rosa y Ana, tres jóvenes de Ciudad Real que también se encontraban allí tomando el sol, sostenían que les parece genial que esta agrupación se lo pase bien cantando. «Aunque podrían actualizar un poco el repertorio. Quizá meter "Bulería" de Bisbal», apostillaba una de ellas en un tono un tanto jocoso. Esther, otra joven, a la que también le agrada la iniciativa, explicaba que acababa de poner en Twitter «que no me ha hecho falta bajarme el mp4 , si ya tengo banda sonora».
Desde el área de Seguridad afirman que ya tuvieron que tomar una medida parecida con un coro en Poniente. Mantienen que con la Ordenanza de Playas en la mano, es una actividad prohibida, aunque ahora sólo les han aconsejado que cambien cada día de sitio para «repartir» las molestias. «Entiendo que se solidaricen con ellos. Pero que se pongan a cantar todos los días debajo de tu casa. A ver qué te parece...», subrayan.
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