lunes, 3 de noviembre de 2014

Las huellas del alma de Benidorm

El pasado está sujeto a interpretaciones. Como las leyendas, determinados momentos históricos pueden comprenderse de distinta forma en función de cómo son contados. Ayer, a través de la narración del historiador local César Evangelio, medio centenar de mayorales y vecinos de Benidorm descubrieron los que podrían ser «los puntos cardinales» del espíritu del benidormense, los lugares que dan cuenta de la personalidad inconformista del pequeño pueblo que llegó a ser la capital turística del Levante español.
La ruta hacia ese desconocido Benidorm formaba parte de la semana cultural de las Fiestas Mayores Patronales que arrancan esta semana. El itinerario empezó frente a la mítica «palmera» recordando cómo este elemento retrataba a los visitantes el momento político y social de la ciudad. Según recordó Evangelio, en tiempos aperturistas y en la República ya había alguna palmera donde hoy está la actual. Sin embargo, las anteriores eran eliminadas cada vez que llegaban tiempos más reaccionarios en los que los gobiernos de turno colocaban la Cruz en su lugar.
La disputa se mantuvo hasta 1950, cuando el alcalde Pedro Zaragoza -franquista y al tiempo visionario- zanjó el conflicto colocando cruz y palmera con apenas unos metros de separación.
Tras este lugar el grupo avanzó por el paseo de la Carretera, viendo las dos calles más antiguas de Benidorm: La Palma y San Roque, y aprendiendo que ésta última, como tantos otros viales, perdió su denominación original tras la guerra de la Independencia, cuando pasaron de ser nombres de vecinos a ser santos. «San Roque era la calle de Roque Baldó, Santo Domingo era la calle de Mosén Domingo...». Todas fueron cambiadas por el párroco cuando Benidorm estaba ocupado por las tropas francesas.
La ruta pasó después por la calle del «Buen Retiro», que como la «Alameda», muestra cómo para los benidormenses nunca hubo complejos respecto a las grandes ciudades. «Aquí no ha habido álamos, pero si Valencia tenía una avenida de la Alameda aquí decidieron que podían tenerla también. Tampoco existía la calle del Buen Retiro, pero a la zona la llamaron barrio del Buen retiro como en Madrid, poniendo luego la calle... imagino que por querer imitar con guasa a las grandes ciudades», apuntó el guía.
Habló también de los sucesivos cambios de denominación de la antigua calle del Mar (hoy Paseo de la Carretera y antes llamada Marqués de Salamanca, Ministro García Barzanallana, Marqués de Comillas...), así hasta llegar al segundo punto caliente del «espíritu» de Benidorm: El parque de Elche.
Entre los relatos de los hombres del mar (pescadores, corsarios, hombres de la almadraba y de las «Marinas» de guerra y mercante), mostró la roca hundida en la fuente del parque. En ella se lee «de ilusión también se vive» y fue puesta por el citado alcalde, Pedro Zaragoza, para recordar «a las generaciones que pensaron que todo era posible», pues ilustra la denominada «batalla del agua» que contra todo pronóstico ganó logrando abastecer del preciado bien al seco Benidorm de los años 60, el Benidorm del «Boom».
La última parada fue en la plaza de la Constitución (llamada «del Mercado» en la dictadura). El historiador recordó que una vez fue la plaza más importante del pueblo y por ello fue denominada «de la Constitución» en homenaje a «La Pepa» de 1812.
Aquella constitución le dio pie para hablar la libertad, de la democracia, de la rebelión, del espíritu libre... de muchas más historias del revolucionario y desconocido pasado de Benidorm.

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