
Fue el hastío lo que empujó a este sexagenario a montar su cruzada contra el político deshonesto. Se le ocurrió durante un almuerzo con una veintena de amigos. EL PAÍS había publicado la contabilidad secreta del extesorero del PP Luis Bárcenas. Y los tribunales autonómicos concentraban las investigaciones del caso Gürtel, del saqueo millonario de la principal depuradora de Valencia o del presunto pelotazo urbanístico que hostiga desde hace tres años a la alcaldesa popular de Alicante, Sonia Castedo.
Soriano cree que para ver la paja en el ojo ajeno hay que tener la vida solucionada. Se dedica a comprar maquinaria de constructores españoles atenazados por las deudas y venderla en Brasil. Factura un millón al año. Y solo le desvela que uno de sus dos hijos, veterinario de formación, hiciera las maletas rumbo a Inglaterra. Él recorrió Polonia, Rumania y Ucrania en 2007 cuando olfateó el desplome del titán inmobiliario.
Para levantar las alfombras, llamó al gestor Antonio Hinojo un amigo que le asesoró hace dos décadas en su antigua empresa de mantenimiento de barcos. Alquilaron por 400 euros un despacho de 25 metros a las afueras de Valencia. Y colgaron un cartel con unas siglas, AC. Hoy, la asociación dice tener un presupuesto de 7.000 euros y 40 socios. Ocultan su identidad para “evitar represalias”.
Su jornada laboral dura tres horas diarias. Arranca con la lectura de la prensa. Después, llegan las reuniones con los cuatro abogados que esta semana ultimaban cinco nuevas querellas contra el entorno de Fabra. Una vez por semana viajan a Madrid para despachar con los letrados del pseudosindicato Manos Limpias, sus aliados. Han aprendido derecho por obligación. “Yo antes no sabía qué era un imputado. ¿Por qué un diputado es aforado?”, se pregunta Soriano, que no milita en ningún partido.
A la puerta del número 26 del acristalado edifico Géminis tocan cada semana sus clientes. La ingeniera agrónoma Paloma Coiduras acudió en julio para advertir de un presunto fraude en la concesión de ayudas comunitarias. La Fiscalía Anticorrupción pidió información a la UE. Y ahora Coiduras, funcionaria de carrera, se siente aislada en la Consejería de Agricultura de la Generalitat. “Me han apartado”, se queja. Una sensación de rara avis que también comparte la concejal del municipio valenciano de Carcaixent Ana Calatayud. Ella visitó la asociación hace tres semanas para denunciar “una rebaja de 80.000 euros” a una empresa en una licencia de obras municipal.

En este escenario de espías y secretos se mueve Soriano, un hombre que iba para futbolista profesional hasta que una lesión le sacó de la cantera del Valencia CF. Hoy, coge aire para denunciar algún día los chanchullos nacionales. Y tiene un lema. “Si no quieres que se sepa algo, no lo hagas”.
Fuente: elpais.com
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