Ya lo saben. Estamos en época estival, y como es costumbre, o más bien era, Benidorm se encuentra a rebosar. Pero no se dejen engañar. Mientras que España ha recibido el récord absoluto, con una escalofriante cifra de 28.000.000 de turistas, que gastan más que en los últimos años, hasta tal punto de comparación, que en 2008 y 2009 las cifras de gasto por turista son idénticas.
Al parecer, viendo los datos mencionados anteriormente, cualquiera de ustedes, incluido servidor; colocaría la mano en el fuego con total seguridad para decir, y si hace falta, gritar a los cuatro vientos, que Benidorm tendría unos datos de ocupación y gasto por turista exquisitos. Pero oigan, no es así. En tierras benidormenses, nuestros turistas han gastado un 15% menos que en temporadas pasadas. Pero, por si fuera poco, la primera quincena del mes de julio ha sido de un 75%, donde además, los mejores parados en cuánto a ocupación, han sido los hoteles de dos estrellas, con un 85%. Y aún, a espera de los datos de la segunda quincena de este mes, la previsión para Agosto es alarmante. A día de hoy, se cifra en un 67% de ocupación para el mes más puntero en Benidorm, que no es otro que Agosto. Hacía 50 años que no encontrábamos dichas estadísticas en la ciudad. Pero no todo acaba aquí.
A estas alturas, aún viendo como está Benidorm, ya no solo por las cifras; sino por la falta de medios, ya sea por la escena urbana pésima y turbia, o por la poca falta de miras a la hora de atraer a turismo de calidad, aún nos encontramos con cierto sector benidormense, que tiene el desdén de calificar esta temporada veraniega como buena, decente o digna.
Y es que, a veces, cuando pienso "somos gilipollas", recuerdo aquel chiste en el que, al decirle eso un amigo a otro, y responder éste "no pluralices", concluye el primero con un "vale, eres gilipollas". Un gilipollas es un tonto, por supuesto. Pero la definición, concreta de un gilipollas es un tonto que no sabe que lo es, y que además se cree listo. Para entendernos, una mezcla de cantamañanas y tonto del ciruelo. Que a veces ni siquiera hace falta que hable, ni nada. Y al que a menudo se le conoce hasta por los andares. Pero hay gilipollas que hablan, naturalmente. Y que escriben. O que (vamos a pluralizar) escribimos. El otro día oí hablar a uno de ellos, o tal vez era una de ellas. Porque gilipollas los hay de ambos sexos, y algunos hasta con carrera.

No obstante, si desaprovechamos dicha oportunidad, constancia dejo y creo que anteriormente lo he dicho. Somos gilipollas.
Rodrigo Quesada / @Quesadacid
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