Hace escasos días, uno de los periódicos más influyentes de todo el mundo, por no catalogarlo como el mayor de todos los actuales, abogaba por la legalización de la marihuana con sendos argumentos. En primer lugar, este, pretendía realizar un paralelismo entre la ley seca de Estados Unidos allá por los años 20, que durante los 13 años en los que la ley fue vigente hasta su prohibición; los ciudadanos, ya fuese por activa o por pasiva, encontraban el método para poder consumir alcohol. De esta forma, la gente de a pie, la más respetuosa con la ley, se convertían directamente en malhechores, mientras que las organizaciones criminales campaban a sus anchas. Y no muy desencaminado es dicha comparación si echamos un vistazo a las cifras.
Según el FBI, solo en Estados Unidos 658.000 personas fueron arrestadas por posesión de marihuana en 2012, una cifra mucho mayor que los arrestos por cocaína, heroína o derivados. Es decir, a la vez que la policía rastrea y busca continuamente a individuos que puedan consumir marihuana, una sustancia mucho menos peligrosa que las anteriores mencionadas, e incluso, que la droga rey; el alcohol, los delincuentes reales no sufren la misma persecución debido a la complejidad que acarrea detener a uno de los grandes cabecillas.
Es más, imaginen una ciudad donde los conductores que se saltaran los semáforos en rojo no fueran sancionados. Donde los ciudadanos honorables circulasen según las reglas, pero los desaprensivos lo hicieran a su aire, sin respetar nada y con absoluta impunidad. Dejando aparte el caos resultante, está claro que quienes no respetaran los semáforos tendrían ventaja sobre los otros. Llegarían antes a todas partes y acabarían siendo amos de las calles, aparte de causar innumerables víctimas entre quienes, confiados en el correcto funcionamiento de los semáforos y el respeto a las normas, se vieran atrapados en tan absurda y peligrosa situación.
Pues algo parecido vemos aquí. Esa ventaja de la que les hablo, no es otra que los más que habituales intereses políticos y económicos creados que, a cierto sector, y cuando me refiero a cierto, me refiero a los altos cargos de la sociedad; no tienen aliciente alguno para modificar dicha ley, ya sea por falta de mordida o porqué cierto colega está metido, y con el agua al cuello, en el asunto.
Al menos, para los que se encuentran a favor de la legalización del cannabis, pueden tener más que esperanzas ya que, por ejemplo, Colorado y Washington ya permiten el consumo de marihuana con fines recreativos; y por si fuese poco, 23 de los 50 estados americanos, admiten el uso de dicha sustancia con fines medicinales.
Tal vez tengan que pasar nuevamente años y años para aprender, como hicimos gracias a la ley seca, y a las pruebas me remito. Pero más tarde, o más temprano; veremos al cannabis legalizado en gran parte del mundo.
Rodrigo Quesada / @Quesadacid