Llego a casa pasada la hora habitual de comer. A eso de casi las tres de la tarde. Hora justa para encender el televisor, e informarme acerca de la situación actual en España, a través de algún telediario de la primera cadena que encuentre. Lo de siempre. Penurias, penurias y más penurias. Un trágico accidente, aumentan los casos de corrupción en España, la selección de fútbol vuelve a perder y un largo etcétera de noticias lamentables. Pero, siempre hay un tema que me sorprende. Y cada día más. Aquel famoso nacionalismo catalán del que tanto se habla y poco se hace. Y como les digo, me asombra este asunto. Y no se engañen, cierto es que me fascina la trama que lleva a las espaldas, pues es alarmante el nivel de ignorancia, caciquismo e incultura a la que hemos llegado. O más bien, han llegado.
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Primera Guerra Carlista (1833 - 1840) |
Me remonto al siglo XIX, concretamente al año 1833, en plena transición y apunto de estallar la primera Guerra Carlista en España. Fernando VII muere sin descendientes varones, y declara como heredo al trono, a la recién nacida, Isabel. El hermano del primero, Carlos María Isidro, decide reclamar sus derechos dinásticos, separando así al país e iniciando la mencionada guerra. Sin entrar mucho más en materia, únicamente cabe destacar los pertenecientes al bando de Carlos María Isidro; País Vasco, Navarra, Valencia, Aragón y Cataluña. Y ya que en España el sentimiento picaresco ha sido patente durante siglos -y aún es presente-, aquí cada uno miraba para su propio beneficio, y por ello, Cataluña eligió pertenecer a esta facción. Les explico despacito y con buena letra, para que me entiendan.
Volvemos a viajar en el tiempo. Esta vez al siglo XVIII, al año 1713 donde finalmente llega a su fin la Guerra de Sucesión Española, dando lugar a la creación del Decreto de Nueva Planta, que abolía las leyes e instituciones propias del Reino de Valencia, del Reino de Aragón, del Principado de Cataluña y del Reino de Mallorca, todos ellos integrantes de la Corona de Aragón, que se habían decantado a favor del bando perdedor de la guerra. Por lo tanto, los mencionados anteriormente perdían el poder de gobernarse de una forma similar a lo que hoy en día sería un estado americano, pasando así a tener un mando central para toda la nación.
Y volviendo al siglo XIX, creo que ahora entienden el porqué de la decisión de los catalanes y compañía. Era el momento histórico idóneo para romper el castigo impuesto hace más de un siglo, y recuperar aquellos privilegios para gobernar. Por desgracia, o por fortuna; que sé yo; nuevamente la antigua Corona de Aragón escogió el bando equivocado, ya que la facción que lideraba Carlos María Isidro perdió ante el ejército liberal.
Además, sumándole a Cataluña y a Valencia los sentimientos nacionalistas que llegaron de la mano de las ideas ilustradas, que adoctrinó Napoleón a través del gran imperio que levantó, estas son las raíces de la falacia nacionalista que se promulga en nuestros días.
Los ciudadanos catalanes que se levantan defendiendo una cataluña independiente, no creo que sigan defendiendo a los ya cadáveres del siglo XIX, luchando por fantasmas pasados y guerras entre hermanos. No creo que sigan pensando que aún merece la pena luchar por iniciar de nuevo una guerra carlista, ya que los tiempos han cambiando y las necesidades tanto de España como de Cataluña, no son las mismas que las de hace tanto tiempo atrás.
Pero señores, así es el nacionalismo catalán. Aún a ningún miembro, predicador o persona que esté a favor de una Cataluña independiente, me ha comentado lo mencionado anteriormente. El nacionalismo ha pasado de ser un llamamiento político de antaño, a ser un atajo de mentiras. Y lo que es peor, el arma que utilizan para poder enriquecerse a costa de la ignorancia, de la incultura y de la manipulación que ejercen a través de sus cadenas televisivas, radios y discursos. El famoso "Espanya ens roba", o la típica promesa que promulgan al pueblo catalán de que, sin España, tanto en lo económico como en lo social, nos irá mejor. Y lo peor, es que la masa sigue ciega. Sin saber que están defendiendo los privilegios de generaciones tan lejanas, que ni sus propios tatarabuelos conocerían. No ganan nada, solo ruina económica, política y social; ya que perderían, por ejemplo, las ayudas europeas, así como el euro, las subvenciones del estado español, y que decir de la estampida que sufriría la Cataluña independiente, en cuanto a la inversión de las empresas existentes a día de hoy en territorio catalán. Y todo, expresamente para enriquecer a una cúpula de políticos inmorales y estafadores.
No se dejen engañar. Repasen la historia y entiendan el presente. El nacionalismo se ha convertido en una farsa.
Rodrigo Quesada / @Quesadacid